Durante las vacaciones se reducen las obligaciones y se deja de lado la rutina .En verano nos relajamos y los hábitos saludables pasan a un segundo plano, siendo habitual el consumo de alimentos ricos en grasas y azúcares, el picoteo, el sedentarismo, la falta de sueño…
Índice
Lo primero: moderación.
Todo es cuestión de concienciarse y de saber elegir lo más conveniente sin privarte de nada. Es decir, con moderación y sin excesos, comiendo de todo, pero en pequeñas cantidades. Si te pasas alguna vez, no te tortures.
Respeta los horarios.
A pesar de que en vacaciones tendemos a vivir el momento y a olvidarnos del reloj, es vital respetar los horarios de las comidas e intentar no picar entre horas. De esta manera, es más fácil conservar el control de todo lo que se come durante el día.
Desayunar es importante.
Afrontar la mañana con el estómago vacío es crónica de una muerte anunciada, acabaras picoteando.
Intenta tomar alimentos saludables que te aporten energía hasta la hora de comer, incluyendo proteínas, carbohidratos complejos y grasas.
Consume más agua y menos alcohol.
Mientras que el agua nos mantiene sanos e hidratados, el alcohol deshidrata y, además, suma una gran cantidad de calorías vacías a la dieta.
Disfruta de él pero sin excederte.
No olvides el ejercicio.
Aunque en verano haga más calor y de pereza hacer ejercicio, no puedes dejarlo a un lado. Recurre a sesiones de ejercicio de corta duración pero intensas como electroestimulación, clases dirigidas… o si prefieres, running, largos paseos por la playa.
Sin duda el mejor consejo disfruta del verano.
Este es el punto más importante y, quizás, del que menos nos acordamos. Mientras que los kilos van y vienen, hay momentos que puede que no se vuelvan a repetir. Por eso, disfruta de las vacaciones, come con sentido común y date un respiro de vez en cuando.